Una gramática de 1811


¿Quién es este estudiante de Latinidad que ha dejado su nombre en la portada del libro de gramática? "Soy de Felipe Sánchez", ha escrito. Otro dueño posterior ha dejado en la hoja de respeto "Para uso de José Romera Cadenas" y repite su exlibris en la hoja posterior. La fecha de este librito de texto, 1811, me empuja a imaginar a un escolar de la España invadida por los franceses, en vísperas de la proclamación de La Pepa, camino de su colegio y repasando por el camino: "nominativo hoc templum, genitivo templi, dativo templo, acusativo templum, vocativo templum, ablativo templo, nombre neutro de la segunda declinación", porque si no lo recita de corrido, ya sabe él que recibirá dos palmetazos en la mano además de la amonestación.

El privilegio para poder imprimir este "libro de texto", con el que aprendieron latín muchas generaciones durante más de dos siglos, se concedió en 1598 a favor del Hospital General de la Corte o de quien ostentara el poder de dicha institución. Eran los últimos años del reinado de Felipe II y su licencia de impresión y venta se extendía a "todas las Indias, Islas y Tierra firme del mar Oceano". La imprenta de los jesuitas siguió imprimiendo el texto hasta bien entrado el siglo XIX.
Jesús Arribas

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