Carlos Sánchez Pinto, escribe poemas De ayer y de ahora mismo

© Diseño de cubierta Merlys Esquivel
© Cubierta de Merlys Esquivel
Tras la lectura del poemario De ayer y de ahora mismo, quedé gratamente sorprendida al comprobar que Carlos Sánchez Pinto no es solamente un excelente narrador, sino un magnífico poeta. Estas palabras de presentación no van más allá de comentarios que el lector con toda seguridad, ensanchará.
Como florecillas de campo que brotan a la orilla del camino, en el borde de una roca o asoman del interior de un caracol, y súbitamente el paisaje se ha llenado de admirables colores, así alumbran estos poemas.
Libro estructurado en dos partes; la primera, De ayer, incluye poesía escrita entre 1959 y 1984. Hay una larga pausa de casi treinta años hasta “Tarde de Nochebuena en Salvadiós”, de 2013, y otra de siete hasta “Sueño”, de 2020, con los que se abre la segunda, De ahora mismo, que llegan hasta un mes antes de esta publicación.
A pesar de los largos intervalos se mantiene el estilo depurado y pulcro, el ritmo sereno y los cierres cuidadosamente sobrios o estremecedores.
Cada poema informa del tiempo y espacio en que fueron escritos; tal vez invitación a leer como si se tratara de una biografía emocional colocada en paisajes entrañables: Salvadiós y Salamanca, en una región de extensas llanuras castellanas, y Valencia –olas de un mar impreciso, insinuado y querido al que se prenden también los sentimientos–; ámbitos recorridos con el desgarrón de la despedida ineludible, o evocando momentos apasionados que surgen y escapan fugazmente a pesar de los esfuerzos por fijarlos en la memoria, única forma de contento espiritual. Y entretejido en cada pieza, el paso de las estaciones sobre el campo, el río, la tarde, las noches de luna o de absoluta oscuridad iluminando u ocultando lugares queridos.
El tono resignado del presente hurga en el recuerdo en sucesivos intentos de encontrar la paz, pues el poeta es consciente de la inexorabilidad del tiempo. Como si la vida pasara delante de los escaparates, como si el sujeto lírico fuese un testigo, va desgranando sentimientos de soledad, desamor, de compañía fugaz y otra vez estar solo y en silencio, en compañía de las lágrimas por “algo” que ya no es.
Hay también notas de alegría, porque De ayer y de ahora mismo no es un poemario triste ni pesimista. Son excelentes poemas de amor, de dolor, de compañía, sin que falten notas de esperanza, como ecos de Machado. Las composiciones que van de 1959 a 1965 tienen un aliento melancólico. En cambio, en muchas fechadas en la década del 70 cambian la estructura y la temática; aparecen poemas de notable carga erótica ¡el fuego del amor!, y persiste el motivo del tiempo, ese generador de ausencias y recuerdos. Y nuevamente las despedidas.
En la segunda parte, De ahora mismo, hay poemas demoledores, como los escritos por la pérdida del hijo en medio de la pandemia que nos azota en 2020: solo queda sujetarse a los recuerdos para soportar los dolores y la soledad del presente, porque es imposible creer en semejante ausencia. Un dolor que traspasa al poeta y llega con esa intensidad al lector, mucho más que los dedicados al padre en 1978.
No faltan bellas composiciones sobre la circunstancia que hemos dado en llamar ‘confinamiento’ y la pandemia que generó la peste que está marcando a fuego el siglo xxi.
El talento de Sánchez Pinto produce, uno a uno, versos que transitan todo el paisaje que habitó, que aún habita, tan cambiado, tan lleno de presencias a las que se aferra cada día. Autor de excelentes novelas, cuentos y relatos, da a conocer, en tiempos tan urgidos de bálsamo espiritual, este poemario de ayer y de ahora mismo.

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