Las tres novelitas de Ciges Aparicio

Una antigua ficha de lectura me desazonaba cada vez que volvía sobre ella. Corría el año 1979 y estaba yo enredado en un estudio sobre Manuel Ciges Aparicio que años más tarde vería publicado. En su artículo «La novela corta en España» (Cuadernos Hispanoamericanos, 223, p.31), Luis Granjel había escrito: “Manuel Ciges Aparicio, autor que no había vuelto a colaborar en colecciones de novela breve desde su única aportación a El Cuento Semanal en 1909 [Se refería a La venganza], publica en la revista de García Mercadal, en años sucesivos, las narraciones La honra del pueblo, El príncipe de Trapisonda y Prosperidad y ruina de un nuevo rico”. Aquellas novelitas no aparecían por ninguna parte. No existía Internet, no había buscadores, no era fácil el acceso a los catálogos de las bibliotecas menos frecuentadas y, en fin, debo reconocer que mis instrumentos de investigación eran entonces rudimentarios. Llegué a pensar –y no por pereza precisamente− que podía tratarse de tres títulos que no habrían pasado de un proyecto editorial, pero que nunca habían visto la luz. Pero una mañana de marzo de 1980 (han pasado tres décadas, ¡Dios!), buscando una referencia traspapelada aparecieron en la Biblioteca Nacional las tres fichas. Conocía aquel fichero, en lo que se refiere a Ciges, como la palma de mi mano y nunca antes las había visto allí. ¿Dónde habían estado hasta entonces? ¿Cómo se había decidido reponer aquellas tres obras en el catálogo? El catedrático José María Mohedano (mi jefe de seminario, como entonces se decía), que era secretario de Árbor, facilitó que pudiera publicar en la revista (Árbor, 431) una nota titulada «Tres novelas desconocidas de Ciges Aparicio», en la cual daba noticia del hallazgo y avanzaba un breve estudio de los tres relatos.
La segunda de ellas, El príncipe de Trapisonda (1927) tiene título y trazas de fábula caricaturesca, pero por debajo de su argumento, aparentemente insustancial, aparecen algunas constantes de la narrativa de Ciges por aquellos años: republicanismo, anticlericalismo y antimilitarismo; las misma ideas que le costaron la vida en 1936 en Ávila.


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