Versiones del Nefelibata

Dice que escribía a media noche, por la mañana, a media mañana o a media tarde…, cuando le venía una idea a la cabeza. Que se le presentaban de distinta manera, muchas veces en forma de sueño. Lo mirábamos, incrédulos, cuando contaba con aquella seriedad tan suya, que a veces sentía un golpe que lo despertaba; lo interpretaba como una llamada al trabajo, al oficio, y por la mañana tenía la primera versión de casi un libro entero.
Así narraba Ramiro Duarte los inicios de Versiones del Nefelibata, tres poemas que forman una unidad en la que la voz recorre los tiempos y los espacios más allá de las fronteras. Cuando le preguntabas por el significado de nefelibata, decía que lo halló después, que lo primero que surgió en forma de sueño fue el título; entonces ya sabía de qué irían los poemas. Seguramente, querido Ramiro, tenías en tu subconsciente la palabra que nombra al soñador que anda por las nubes (así la define la RAE).
Le decíamos El Viejo. He escrito ‘decíamos’, porque Ramiro falleció en 2009, cuatro años después de haber escrito esos tres bellos poemas, conmovedores, bruñidos y, hoy ya, definidores de su autor. Vean los primeros versos:
Los hombres van cubriéndose de humo,
sus bocas van llenándose de tierra,
de amarga lejanía sus corazones.
Súbitamente el mundo huye.
Los ojos, fijos en la nube,
en la espiral del viento,
se extasían…

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